Levanto mi cuerpo,
temprano,
de noche,
con la mente llena de camino.
Sin frío la calle duerme,
la luna se va marchando,
despacio va cayendo
en un sueño dorado.
Se despierta el día
tapado de nubes,
alba silenciosa,
en una mañana gris,
aroma a tierra mojada.
Mis manos gritan
mientras se agarrotan,
en el dolor del tiempo.
Los árboles
visten sus ropajes verdes,
en la ladera del río,
sediento y moribundo.
La montaña majestuosa,
recortada a dentelladas,
emerge de la espesa niebla.
intentando alcanzar
el universo.
Pueblos salpicados
de antiguas casas,
entre bosques y sembrados,
imperturbables descansan.
Termina el viaje,
entre colinas nevadas,
mi alma respira
y piensa en el paraíso.
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