En la ventana,
siente el sol
acariciando su
rostro,
piel suave, morena
¡cómo brillan
tus ojos!
Entre macetas,
rosas bellas
de rojo fuerte
vestidas,
sus labios
aparecen
y los míos los
desean.
Bajas despacio
por la calleja
de las flores,
pasas la
mezquita,
de silencio
envuelta.
En la ribera,
el sonido del
río,
llega a tus
oídos,
nana que cura el
alma.
Quiero oler tu
perfume,
a la sombra de
la tarde,
cuando marcha el
día
y aparece la
luna.
Amor,
en el balcón
del Guadalquivir
te veo,
peina tu cabello
el viento,
refrescando tu
cuerpo,
cerca del agua.
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