Bajo las escaleras
que llevan al infierno,
con el olor del azufre
el juicio alterado.
El calor se acentúa
paso a paso,
veo sombras juguetonas
en las paredes.
Sigo el descenso
con el sentido obnubilado,
me cruzo con seres burlones
un carnaval de monstruos
ante mis ojos.
Danza y cantan
saltan y gritan,
locura para mi mente
en un camino incierto.
Ultimo escalón
en mi búsqueda,
en una enorme sala
te encuentro.
Y me cruzo con tus besos,
de nuevo,
me uno a tu labios,
en tu boca me pierdo,
entre las llamas
el placer de tu cuerpo.
Lujuria sin prohibiciones,
tus manos atrapándome,
las mías recorriéndote,
amor desbordado.
Día y noche
en el umbral del averno,
nuestras almas unidas
condenadas al fuego eterno.
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