Soy un ángel sin alas
custodio de tus sueños,
de tus realidades,
vigía de la noche
que te arropa.
Un poeta sin hoja que rellenar,
sin tinta para escribir,
anónimo de tu vida,
una sombra sin luz
que no llegas a ver.
Soy el pastor sin rebaño,
un profeta sin futuro,
perdido en la niebla
que mana de tu cuerpo.
Recuerdo abandonado,
en una cuneta
de tu historia,
una brisa que pasa
y
apenas se nota.
Soy el amigo invisible,
el que llora tus males,
quedando mis hombros
empapados por tus lágrimas.
Marcho contento
porque en tu olvido,
veo felicidad.
Se acaba el presente,
¡adiós!
vuelvo a la nada.
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