Mujer
trabajadora.
Va por la plaza María,
las piernas siempre hinchadas,
de tantas horas echadas,
en el trabajo.
De tienda en tienda,
corre,
que cierran,
cargada hasta las cejas,
cansada.
Llega a casa desecha,
en la cocina
esperan
los platos,
desde la noche.
Se cambia de ropa rápido
hace la cama deprisa
que hay que preparar
comida,
para el marido.
Suena el timbre
de la puerta,
es Pedro que ya ha llegado,
ya terminó la partida
con los amigos.
Una cervecita fresca,
mientras espera sentado,
en su sofá favorito
que esté la mesa puesta.
Recoge ella tranquila
mientras el vuelve a su sitio,
que tiene que hacer la siesta
hasta el partido.
Los niños se alborotan,
en el parque que se desahogan
y ella cuenta sus penas,
a las amigas.
Baño, cena y cama,
se va acabando el día,
prepara leche a todos,
de ella se olvida.
En silencio descansan,
hoy no exigió que cumpliera,
esta es su triste historia,
una rutina.
Mirándose al espejo,
se engaña a si misma,
esto no será eterno,
ya vendrán tiempos mejores.
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