Vampiro.
Una calavera
me mira,
callada,
siempre callada,
en la cálida chimenea,
entre candelabros brillantes.
Sus velas rojas
danzan al unísono,
la música brota
de mi antiguo piano.
¿Llueve?,
La bella luna
sonríe,
velando el universo.
Un lobo aúlla
buscando a su amada,
recortada su figura
en el horizonte .
El lago ennegrecido,
ahí fuera dormita,
rodeando
mi eterno cautiverio.
Madre noche,
tu abrazo me arropa.
Nadie llega a esta morada
y solo me sustento
de la fuente sangrante,
que los mortales
en su crueldad crearon.
No muero,
no vivo.
Una daga plateada
descansa en el arcón
esperándome,
lleva mi nombre
escrito.
Condenado a la soledad
o al suicidio.
Se acerca el alba,
llega el sufrimiento,
la luz va entrando
entre las rendijas
de las paredes.
Cierro el féretro
que me protege,
y consolándome
mientras me duermo,
pienso en mi pequeño mundo.
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